Una vez me preguntaba alguien importante por qué los aficionados al heavy íbamos de duritos si en el fondo somos más tiernos que anchoa. Venía la pregunta a cuento de una canción de los Medina que sonaba en el bar en el que estábamos y que estoy escuchando ahora. En general, me decía, las baladas del heavy son todas emocionantes. Emocionantes, que palabra más cojonuda y más maltratada. Qué curioso es como las palabras se desgastan, se maltratan y acaban por perder su sentido.
Escuchaba el otro día, en uno de esos programas de ventas nocturno, a un tipo que, para vender una mierda de plástico que se supone que sirve para doblar camisas, afirmaba el pedazo de bisexual que al cacharrito en cuestión te dejaba unos montones de ropa "muy sexys". A mi que no me jodan que este tipo o es tonto o es un pervertido raro. Porque si le parece sexy un montón de ropa lo mismo se lo encuentran un día en Zara haciendo guarradas con un fardo de jerseys. Bueno el caso y a lo que iba, es que el maromo, por darle un aire como guay al asunto, utilizó de mala manera una palabra que no pegaba ni con cola.
Lo que no sabíamos es eso, que las palabras, como las velas, se desgastan y se deforman y pierden fuerza por hacer un mal uso y abuso de ellas. Ahora, palabras como: excelente o magnífico o extraordinario, que en principio bastarían para decir que algo es muy bueno, se nos quedan cortas y así tenemos a las niñas pijitas diciendo que todo es super o a los ordinariazos como el que suscribe, diciendo que esto o aquello está de puta madre. Una pena. Pero aún más pena da la cosa si pasamos al terreno de las emociones. Como odio esa nueva costumbre de algunas, de decir a to quisqui:: cariño y cielo y que sé yo, ya no me meto con las de "mi amor" que sería reiterativo. A ver nena, guárdate esas palabras para tu chico o tu marido o tu rollo de una noche sin compromiso, pero no las malgastes; porque si no, en su momento y en su contexto, perderán intensidad y sobre todo y lo que es más jodido: credibilidad.
Total que nada, iba a hablar de música y me he liado. Voy a seguir escuchando a los Medina Azahara que, como ya he dicho, no son cojonudos, son emocionantes.